Según nos comentáis, parece que os está gustando el nombre elegido para representar nuestro proyecto. DE POSTÍN, una apuesta arriesgada pero con la que todos nos sentimos en seguida súper identificados, por lo que no hubo dudas a la hora de dar el ok.
No fue tarea fácil. Tras meses y meses buscando y estudiando opciones, por fin, teníamos el nombre y nos convencía a toda la familia! Y aunque ahora se ve que encaja perfectamente, ya os digo que fue dificil, muy dificil dar con él. Lo cierto es que siempre estuvo ahí, esperándonos. Pero tuvimos que hacer un largo recorrido antes de dar con él.
Desde el primer momento que comenzamos a considerar un nombre que representase nuestro vino, tuvimos claro que la palabra o palabras seleccionadas deberían representar nuestra familia, nuestra historia.
Lo más típico, fácil y bonito (aunque también un poco rancio ya) es poner el apellido. En nuestro caso, tuvimos la suerte que ya hay un gran enólogo «POSTIGO» (Tomás) con todo lo habido y por haber relacionado con nuestro apellido (y el suyo) ya registrado. Por lo que, muy a nuestro pesar en un principio, quedó descartado en seguida. No queríamos entrometernos en el camino de nadie, en especial de alguien que ha hecho tan buen trabajo en la Ribera, ni parecer que nos queríamos aprovechar de esa trayectoria. Tampoco queríamos comenzar con problemas con nadie… Así que, con pena en ese momento, quedó descartada la opción de nuestro apellido. Lo que no sabíamos entonces era que algo mejor nos estaba esperando.
Empezamos a considerar otras opciones. Para ello, retrocedimos en el tiempo, a 1942, cuando comenzó todo, cuando nació nuestro padre, al que le debemos tanto, a cuyo esfuerzo y ejemplo nos ha permitido comenzar este proyecto. Trabajador incansable de sol a sol en el campo, nos fue dejando una herencia, tanto en sabiduría como en valores, cuyos frutos ahora recogemos… Su esfuerzo debía estar presente en esta aventura, muy presente. Por lo que el nombre de nuestro vino, debería tener, al menos, alguna connotación, algún elemento o algún detalle que fuese un guiño a nuestro padre, a nuestro origen.
A su vez, aunque nos sentíamos muy unidos y agradecidos a nuestras raíces, teníamos claro que estábamos despegando. Entrábamos en una nueva dimensión, tal vez en el mismo escenario (en el campo, en la misma parcela en la que tanto habíamos vivido tiempo atrás), pero con un enfoque totalmente diferente, totalmente innovador, totalmente vanguardista y, siempre, siempre, mirando al futuro, no anclados en el pasado.
El nombre, además de hacer un guiño a nuestro origen, tenía que tener alguna connotación hacia esa nueva visión innovadora, hacia ese nuevo futuro que queremos construir.
Nos habían advertido de lo difícil de registrar un nombre para un producto como el vino, pero no nos podíamos imaginar la magnitud de la cantidad de nombres ya registrados en el sector vinícola. Así, un año después de comenzar con la búsqueda y más de una vez a punto de tirar la toalla porque no había manera de dar con un nombre válido (que tuviese un sentido para nosotros y, a su vez, óptimo como marca), nos llevó a conseguir el nombre actual.
Cuantas más ideas, más combinaciones de palabras. Y cuantas más combinaciones, más complejos los nombres que resultaban… ¿Cómo se va a acordar mi padre de nuestra marca cuando le pregunten por el vino de sus hijos si casi ni me acuerdo yo del acrónimo creado en busca de ese nombre especial? No way, no era viable…
Y de repente, allí estaba, esperando a ser elegido, a ser registrado y a acompañarnos al infinito y más allá. DE POSTÍN. Un nombre que cumplía todos los requisitos habidos y por haber: nombre representativo (combina el nombre de mi padre AGUSTÍN, con nuestro apellido POSTIGO), connotación positiva (algo «de postín» era algo que denotaba calidad, como nuestro vino), válido en otros idiomas, corto y memorable. Fresco, moderno, cool,… y lo más importante: que cuando a nuestro padre preguntasen por el nombre del vino de sus hijos pudiese recordarlo fácilmente y contar con orgullo que lleva su nombre.
Amor a primera vista y todo un homenaje, que podrá gustar más o menos, pero que a nosotros nos encanta porque nos representa 100% y sentimos que nuestro origen nos acompañará siempre.